jueves, 26 de mayo de 2016

El latín tras la época clásica

Edad Media
Tras la caída del Imperio romano, el latín todavía fue usado durante varios siglos como la única lengua escrita en el mundo posterior al estado romano. En la cancillería del rey, en la liturgia de la Iglesia católica o en los libros escritos en los monasterios, la única lengua usada era el latín. Un latín muy cuidado, aunque poco a poco se vio influido por su expresión hablada. Ya en el siglo VII, el latín vulgar había comenzado a diferenciarse dando origen al protorromance y después a las primeras fases de las actuales lenguas romances.
Con el renacimiento carolingio del siglo IX, los mayores pensadores de la época, como el lombardo Pablo el Diácono o el inglés Alcuino de York, se ocuparon de reorganizar la cultura y la enseñanza en su imperio. En lo que se refiere al latín, las reformas se dirigieron a la recuperación más correcta de forma escrita, lo que le separó definitivamente de la evolución que siguieron las lenguas romances.
Luego, con el surgimiento de las primeras y pocas universidades, las enseñanzas dadas por personas que provenían de toda Europa eran rigurosamente en latín. Pero un cierto latín, el que no podía decirse que fuera la lengua de Cicerón u Horacio. Los doctos de las universidades elaboraron un latín particular, escolástico, adaptado a exprimir los conceptos abstractos y ricos en elaborados matices de la filosofía de la época. El latín ya no era más la lengua de comunicación que era en el mundo romano; todavía era una lengua viva y vital, todo menos que estática.

Renacimiento
En el siglo XIV, en Italia, surgió un movimiento cultural que favoreció un renovado interés por el latín antiguo: el Humanismo. Comenzado ya por Petrarca, sus mayores exponentes fueron Poggio Bracciolini, Lorenzo Valla, Marsilio Ficino y Coluccio Salutati. Aquí la lengua clásica empezó a ser objeto de estudios profundos que marcaron el nacimiento, de hecho, de la filología clásica.

Edad Moderna
En la Edad Moderna, el latín aún se usa como lengua de la cultura y de la ciencia, pero va siendo sustituido paulatinamente por los idiomas locales. En latín escribieron, por ejemplo, Nicolás Copérnico e Isaac Newton. Galileo fue de los primeros científicos en escribir en un idioma distinto del latín (en italiano, hacia 1600), y Oersted de los últimos en escribir en latín, en la primera mitad del siglo XIX.

miércoles, 4 de mayo de 2016

5 cosas que no sabias del latin


1. El latín debe su nombre a que tuvo su origen en el Lacio, llamado antiguamente Vetus Latium (”antiguo llano”).

2. Es una lengua sintética, al contrario que el castellano, que es principalmente analítica. Esto quiere decir que para representar los casos o funciones utilizaba la flexión, mientras que las lenguas analíticas usan palabras añadidas. Por ejemplo, en latín “rosa” se decía igual que en castellano, pero para decir “de la rosa” debía decirse ROSAE, y para decir “con las rosas” se debía decir ROSIS. En la actualidad sigue habiendo lenguas sintéticas, como lo es en parte el alemán, que sigue teniendo declinaciones.

3. La razón de que la mayoría de las palabras en castellano acaben en -a es que también lo hacían en el acusativo latino (ROSAM). La -M final del acusativo casi no se pronunciaba incluso en tiempos de la antigua Roma mas que en ambientes refinados y cultos. Las palabras derivadas del latín que en castellano acaban en -o tienen su origen en términos latinos cuyo acusativo acababa en -UM. La -m final cayó rápidamente, y el castellano huyó de las terminaciones en -u, como se puede comprobar observando la práctica inexistencia de palabras españolas que acaban en este fonema.

4. Aunque nuestro alfabeto procede del alfabeto latino, hay un par de letras extrañas a él. Una de ellas es la i griega (y). Su aparición se debe a neologismos que se introdujeron en latín procedentes del griego, que era considerado por los antiguos romanos una lengua prestigiosa y más culta que el latín. En la Edad Media, los europeos cultos hablaban en latín; en la época de la antigua Roma, los romanos cultos sabían griego. La i griega procede de la letra griega ypsilón. Por su parte, la eñe tampoco estaba en el idioma de nuestros antepasados culturales. Su origen está en la ene duplicada (LIGNAM>lenna>leña). En la Edad Media, la -nn- se pronunciaba como nuestra eñe. Para abreviar, los monjes que copiaban manuscritos empezaron a poner una raya encima de la ene para indicar que ésta era duplicada, y ese es el origen de nuestra moderna eñe.

5. En latín no existía la letra jota, ni las letras minúsculas. Las palabras con jota que existen en nuestro idioma proceden normalmente de la i latina, que podía utilizarse en latín como consonante (IOCARE>jugar). Tampoco la u, cuyo sonido se representaba con la V. Esta grafía también podía usarse como consonante o vocal (VOLVO, ROTVLA).