miércoles, 15 de junio de 2016

Definiciones y orígenes de los casos en latín

Nominativo: El nombre de este caso viene de nominare: "nombrar". Puesto que es el caso para lo que llamamos en castellano “nombre”, tiene bastante sentido su origen.
Vocativo: Viene del verbo vocare: “llamar”. Es el caso que utilizamos para llamar a alguien, para dirigirnos a una persona, para “invocar” a alguien.
Genitivo: Está relacionado con la misma raíz que pro-genitor, nos va a indicar origen o precedencia. En realidad en su origen, en Griego es genic, “caso general” debido a que fue un caso en el que recayeron muy diversas funciones. Pero es preferible que lo enlacemos con un significado más “genitor”, como corresponde al Complemento del nombre.
Acusativo: Proviene del llamado por los primeros griegos causal. Apolonio Díscolo vio que el acusativo no era el caso de la causa, sino el caso del efecto. Los latinos, por falsa traducción, le dieron el nombre que aún sigue vigente. Nos acusa o señala al Complemento Directo (aprendámoslo así, aunque etimológicamente no sea correcto).
Dativo: Este es el más sencillo y claro de todos, viene de dare: “dar”. Puesto que es el caso por excelencia del Complemento Indirecto, es el caso del que recibe: yo le doy un vaso a maria.
Ablativo: Este es el más curioso de todos. En griego no existe, se lo “inventan” los romanos. En griego el genitivo tiene todas las propiedades del ablativo, pero el genitivo griego y el latino son muy distintos. Viene de Abferre, un verbo polirrizo (verbo polirrizo es aquél que tiene varias raíces en sus tiempos verbales, o sea que en su origen, en el caso de Abferre había tres verbos y uno quedó como la raíz de presente, otro como la de perfecto y otro como la de supino) que significa “llevar desde”. Es el caso que se ocupa de los complementos circunstanciales. El acusativo también puede ser complemento circunstancial, pero ha de llevar preposición para ello.

domingo, 5 de junio de 2016

VERBOS

A grandes rasgos hay dos temas dentro de la conjugación del verbo latino, infectum y perfectum: en el infectum están los tiempos que no indican un fin, una terminación, como el presente, el imperfecto y el futuro; son tiempos que no señalan el acto acabado, sino que, sea que está ocurriendo en el presente, ocurría con repetición en el pasado (sin indicar cuando acabó), o bien un acto futuro. En este tema del verbo la raíz no cambia, al contrario que con el perfectum, que tiene su propia terminación irregular (capere: pf. cepi — scribere: pf. scripsi — ferre pf. tuli — esse pf. fui — dicere pf. dixi).

El perfecto (del latín perfectum, de perficere 'terminar', 'completar') en cambio indica tiempos ya ocurridos, terminados, que son el pretérito, el pluscuamperfecto y el futuro perfecto.

Ambos cuentan con los siguientes modos gramaticales (a excepción del imperativo, que no existe en perfectum): el indicativo, que expresa la realidad, certeza, la verdad objetiva; el subjuntivo expresa irrealidad, subordinación, duda, hechos no constatados, a veces usado como optativo; el imperativo, que denota mandato, ruego, exhortación, y el infinitivo, una forma impersonal del verbo, usada como subordinado ante otro, o dando una idea en abstracto. Con seis personas en cada tiempo —primera, segunda y tercera, cada una en singular y plural— y dos voces —activa cuando el sujeto es el agente y pasiva cuando el sujeto padece una acción no ejecutada por él—, más los restos de una voz media, un verbo no deponente normalmente posee unas 130 desinencias.


Los verbos en latín usualmente se identifican por cinco diferentes temas de conjugaciones (los grupos de verbos con formas flexivas similares): el tema en -a larga (-ā-), el tema en -e larga (-ē-), tema en consonante, tema en -i larga (-ī-) y, por último, el tema en -i breve (-i-). Básicamente solo hay un modo de la conjugación latina de los verbos, pero vienen influidos por cierta vocal que provoca algunos cambios en sus desinencias. Por ejemplo, en su terminación de futuro: mientras lo común era indicarlo mediante un tiempo proveniente del subjuntivo, en los verbos influidos por E o A larga, el futuro sonaría exactamente igual que el presente, por lo que tuvieron que cambiar sus desinencias.